domingo, 4 de marzo de 2012

Santa Dymphna

Cuándo la gente me pregunta qué estudié, y les digo “Filosofía”, existe un estereotipo duro, a veces secante, que me hace tratar de explicar que soy una persona normal, que toma cerveza y se enajena con cosas, así nada más. Eso es importante cuando sabes que la mayoría de las personas que creen que para estudiar Filosofía hay que ser ateo y drogadicto o ambas, cosa que no es del todo falsa, pero que creo que se equivoca en el primero de los juicios. Cuando estas en un lugar donde las palabras ser, espíritu, metafísica, se vuelven parte de chistes y una extraña cotidianeidad, es imposible aislarse de procesos que para mí llegan a ser inexplicables. Uno de ellos es creer. Cinco letras que, tal vez son más díficiles de pensar que todo el alfabeto al revés, pero que independientemente de todo, parten al mundo en dos: escépticos y creyentes. Puedes creer que el hombre llego a la luna, creer en ovnis, en que México jugará un partido de cuartos de final en un mundial, pero sí crees en algo a lo que puedes llamar Dios, todo cambia. La delgada línea que separa al ateo del feligrés es delgada, pero firme. No todo el mundo puede pararse un minuto para santiguarse ante una capilla, no todo el mundo esta dispuesto a leer a Marx ó a Lenin, el problema es como todo esto se polariza.

Creer parece que en muchos de los casos, significa un atentado contra la razón, porque gracias a la fe, se han encubierto muchos de los grandes crímenes en la historia humana, solo para que ahora veamos como la ciencia y la tecnología reciben el turno para mostrarle a los teístas como exterminar vidas. La realidad es una, la verdad y la fe son reales cuando existen por que guían el sentido de una vida, sin importar si es famoso, o no, esta guía es subjetiva y no es un fundamento ni un universal. Entender como es que los extremos se tocan, es un proceso espinoso, y tal vez imposible de explicar. Ahora solo queda preguntarnos, ¿Porqué hay conversiones, porqué hay un largo historial de creyentes y agnósticos que han tenido lo suficiente para transformar su realidad? Al final todo es una creencia, una aproximación. Siempre me quise acercar a un paquidermo, la primera vez que lo hice fue en un circo, era un hipopótamo pequeño, ahora se que los circos con animales están mal, porque los tratan como basura; en ese momento yo necesitaba saber como era algo que solo podía imaginar. Lo opuesto es encontrar pequeñas migajas de una realidad inmaterial, para aproximarnos a algo que es más grande. Tener una evidencia de esto cambia todo, porque si realmente hay una conexión entre cosas que puedan ser señales, o el pasado, el presente y el futuro… miles de conexiones zumban en mi cabeza, pero para alguien en este instante, esos zumbidos son realidades.

Los adictos, los leprosos, los marginados, los locos.

¿Porqué es necesario mostrar que en aquellos que están en la mierda de la mierda social, esta la clave para el cambio? No es la pintura, solo la luz reflejada en ella. El crisol de experiencias sórdidas y hostiles que solamente escuchamos en aquellos medios destinados a “ablandar” nuestra indolente conciencia, es solo parte del plan para poder seguir señalando personas y hacer el blanco más blanco y el negro más negro. El proceso de atravesar esos lugares oscuros en la vida es otro. Las personas son distintas, los errores pueden ser los mismos, pero la gente es distinta. Ahora sabemos que una desviación ligera de un camión de papas rumbo a Guatemala puede hacer que los osos polares enloquezcan y se ahoguen en el ártico, todo eso puede ser real, pero si nadie lo siente, entonces no ha pasado. Las personas sí sienten, todo el tiempo sentimos, hay un punto de separación donde las acciones pierden su curso, su sentido, como el plástico derretido, no sabemos por donde empezar a contar una historia con un desenlace poco feliz. Pero las cosas que traen cambios en las vidas de aquellos con genuinos sufrimientos debe ser algo fuera de este mundo. Una droga por otra droga, algunos dirán, yo solo digo que ambas cosas te pueden hacer sentir amado y querido, y ambas cosas te dan respuestas, todo depende que es lo que nosotros hacemos con eso. Sí hay adictos a la piedra colgando los hábitos por que un señor con barba los iluminó, esta bien, sí hay personas en la sierra que toman hongos o simplemente meditan y sienten que están en conexión con una fuerza cósmica que unifica y da sentido a todo, tampoco creo que este mal, malo sería creer que todo mundo debe hacer lo mismo, a la misma hora y al mismo tiempo, eso para mí es el mal en el mundo.


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